La dehidroepiandrosterona (DHEA) es una de las hormonas que se producen en las glándulas suprarrenales. Tras ser secretada por las glándulas suprarrenales, pasa al torrente sanguíneo y circula como sulfato de DHEA (DHEAS) y se convierte en otras hormonas según sea necesario.
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Las personas sanas con niveles normales de DHEA o DHEAS en sangre no deben tomar esta hormona mientras no se disponga de más información acerca de sus efectos. Qué personas deben tomar esta hormona sigue siendo objeto de controversia. Algunos médicos recomiendan suplementos con DHEA para algunas personas con depresión, enfermedades autoimmunes u otros problemas, aunque sus niveles en sangre sean normales.
Algunos expertos consideran que una ingesta diaria de 5–15 mg de DHEA para las mujeres y de 10–30 mg para los hombres son adecuadas, dependiendo en parte de los niveles de DHEA o DHEAS en sangre.
Algunos investigadores proponen utilizar suplementos de hasta 50 mg al día en mujeres posmenopáusicas. Sin embargo, otros investigadores sugieren que 50 mg al día es demasiado para estas mujeres. Se debe consultar a un médico y controlar los niveles de DHEA antes y durante el uso del suplemento.
Se ha demostrado que las personas con lupus eritematoso sistémico mejoran después de tomar 100–200 mg al día de DHEA. Estas cantidades tan grandes nunca deben tomarse si no es bajo supervisión médica.
La DHEA se produce en las glándulas suprarrenales. También existe una forma sintética de esta hormona, disponible como suplemento en comprimidos, cápsulas, líquido y presentaciones sublinguales. Algunos productos indican que contienen precursores “naturales” de DHEA de ñame silvestre. Sin embargo, el organismo no puede convertir estas sustancias en DHEA (aunque se puede convertir por medio de una serie de reacciones en un laboratorio).
Los efectos secundarios con dosis altas (50–200 mg al día) son acné (en más del 50% de las personas), aumento del vello facial (18%) y aumento de la transpiración (8%). Otros problemas menos frecuentes descritos con la DHEA son sensibilidad de los pechos, aumento de peso, alteración del estado de ánimo, dolor de cabeza, piel grasa e irregularidad menstrual.
Las pruebas disponibles indican una asociación entre los niveles más elevados de DHEA y el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, mamario (en mujeres posmenopáusicas) o de ovarios. Estos hallazgos deben servir de alerta contra el uso de DHEA como suplemento “antienvejecimiento”. Mientras no se disponga de más información, las personas con cáncer de ovario, mamario o próstata, o antecedentes familiares de estas enfermedades no deben usar suplementos con DHEA.
Algunos médicos recomiendan que las personas que toman DHEA se sometan periódicamente a un análisis de enzimas hepáticas.
El aumento de los niveles sanguíneos de DHEAS se ha asociado con aumentos de la presión arterial y otros factores de riesgo cardiovasculares. No se sabe si los niveles elevados de DHEAS ocasionan el aumento de la presión arterial o viceversa, o si la asociación se debe a algún otro factor aún no identificado. No se han descrito aumentos de la presión arterial con el uso de suplementos de DHEA. Sin embargo, hasta que no se confirme en estudios clínicos su seguridad para esta población, las personas con hipertensión no deben usar DHEA, a menos que sea bajo estricta vigilancia médica
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