La esclerosis múltiple (MS) es una enfermedad degenerativa de progresión lenta en la que las vainas de mielina que rodean a los nervios del cerebro y la médula espinal se pierden. Las vainas de mielina son un tipo de tejido conectivo, compuesto de grasas y proteínas, que aísla a las fibras nerviosas. Protegen a los nervios y son necesarias para una transmisión eficaz de los impulsos nerviosos.
[2 stars] | Aceites de Pescado y de Hígado de Bacalao |
[2 stars] | Biotina |
[2 stars] | L-Carnitina |
[1 star] | Aceite de Onagra |
[1 star] | Ácido Linoleico Conjugado |
[1 star] | Calcio |
[1 star] | Ginkgo |
[1 star] | Inosina |
[1 star] | Magnesio |
[1 star] | Vitamina B1 |
[1 star] | Vitamina B3 |
[1 star] | Vitamina D |
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La MS se caracteriza por diversos síntomas neurológicos, con remisiones y exacerbaciones recurrentes. Los síntomas más comunes son las parestesias (entumecimiento y hormigueo) en las extremidades, el tronco o en un lado de la cara. La debilidad muscular, la pérdida de coordinación en una pierna o una mano y trastornos visuales (como la ceguera parcial en un ojo, visión borrosa o doble) son comunes en la MS. Fatiga fácil en las extremidades, dificultad para caminar, problemas para controlar la vejiga, vértigo y alteraciones en el estado de ánimo pueden presentarse años antes de que se diagnostique la MS. El curso de la enfermedad es muy variado e impredecible. En la mayor parte de los pacientes, la enfermedad remite por periodos variables. Sin embargo, los síntomas por lo general vuelven a aparecer y el avance de la enfermedad a menudo es inexorable.
Los medicamentos con receta que más se prescriben son los corticosteroides como prednisone (Deltasone®, Orasone®). Aunque pueden reducir la duración de las exacerbaciones, tienen muy poco o ningún efecto sobre la incapacidad a largo plazo. El Interferon-beta (Avonex®, Betaseron®) puede reducir la frecuencia de las recaídas y retrasar la incapacidad a largo plazo. Las gammaglobulinas intravenosas (Gamimune N®, Sandoglobulin®) administradas mensualmente también pueden controlar las recaídas. También se usan diversos inmunosupresores, como methotrexate (Rheumatrex®), azathioprine (Imuran®), cyclophosphamide (Cytoxan®) y cladribine (Leustatin®). Sin embargo, estos fármacos se reservan para las formas más graves de la enfermedad, ofrecen beneficios limitados y son sumamente tóxicos. También se utiliza una gran variedad de medicamentos, como antiespasmódicos, antidepresivos y analgésicos, para controlar los diversos síntomas de la MS.
Reducir la exposición a sustancias químicas: Aunque algunos estudios lo ponen en duda, existen pruebas preliminares de que la exposición a solventes orgánicos, insecticidas y rayos X puede provocar o agravar la MS. Esto podría explicar la aparición de grupos de casos de MS en ciertas áreas geográficas o hasta en algunos lugares de trabajo.
Dejar de fumar: Algunos investigadores suizos descubrieron que la nicotina deteriora temporalmente el movimiento de los brazos en personas con MS. Cuando 21 individuos con MS fumaron cigarrillos, los movimientos de 16 de ellos disminuyeron durante 10 minutos.
Exposición al mercurio: Aunque el resultado de algunas investigaciones pone en tela de juicio la relación entre la MS y el mercurio, varios estudios han informado de una relación entre las amalgamas dentales (que contienen mercurio) y la MS.
Aceite de onagra: Los ácidos grasos omega-6 que se encuentran en aceites como el de onagra y el de semillas de girasol pueden también ser de utilidad. Cuando 16 personas con MS recibieron 4 gramos de aceite de onagra durante tres semanas, mejoró su capacidad para sujetar cosas con la mano.
Aceite de pescado: En una pequeña prueba, 12 personas con MS recibieron aproximadamente 20 gramos de aceite de pescado al día, en cápsulas. Después de uno a cuatro meses, cinco de estas personas obtuvieron beneficios leves pero significativos, incluyendo menos incontinencia urinaria y una mejora en la visión. Sin embargo, un estudio doble ciego más amplio, en el que participaron más de 300 personas con MS, descubrió que la mitad de esta cantidad de aceite de pescado tomada diariamente no ayudó a los pacientes.
Ácido linoleico (de 17 a 23 gramos diarios de ácido linoleico [proporcionado por entre 26 y 35 gramos de aceite de semillas de girasol]): En una revisión de tres estudios doble ciego, un suplemento de ácido linoleico redujo la gravedad y la duración de las recaídas de la MS.
Combinación de nutrientes: Magnesio (680 mg), calcio (1,100 mg), aceite de hígado de bacalao (20 gramos), en combinación, diarios. En otro informe preliminar, diez personas con MS recibieron una combinación de aceite de hígado de bacalao, magnesio y calcio. Después de un año, el número promedio de ataques de MS se redujo significativamente en cada individuo. A diferencia de las cápsulas de aceite de pescado, el aceite de hígado de bacalao en esta prueba contenía no sólo ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA), sino también 5,000 UI de vitamina D. Por lo tanto, no se sabe si fueron la vitamina D o los ácidos grasos los responsables de los efectos del aceite de hígado de bacalao.
Tiamina (vitamina B1): La deficiencia de tiamina podría contribuir al daño nervioso. Hace muchos años, los investigadores descubrieron que si se inyecta tiamina en la médula espinal o si se emplea tiamina intravenosa combinada con niacina en personas con MS se lograba una reducción de los síntomas. Usar vitaminas inyectables requiere supervisión médica. Ninguna investigación se ha centrado aún en el efecto de los suplementos orales de vitaminas B en pacientes con MS.
Vitamina D: Los estudios en animales han demostrado que la vitamina D puede evitar una forma experimental de esclerosis múltiple. En seres humanos, las diferencias geográficas en la prevalencia de la MS son sorprendentes y sugieren que la exposición al sol (que promueve la síntesis de vitamina D) puede proteger contra la aparición de esta enfermedad. Aunque algunos científicos tienen la teoría de que la vitamina D podría ayudar a evitar la esclerosis múltiple, todavía son necesarias pruebas clínicas para validar esa hipótesis.
Padma 28®: Se suministró Padma 28®, un producto comercial basado en una fórmula tradicional tibetana, a 100 personas con MS. Después de tomar dos pastillas tres veces al día, el 44% de los sujetos experimentó un incremento en la fuerza muscular y una mejoría generalizada.
Grasa en la dieta: La cantidad y el tipo de grasa que se consume puede afectar tanto la probabilidad de contraer la enfermedad en personas sanas como a la evolución de la misma en quienes ya han sido diagnosticados con MS. Una investigación entre personas de 36 países sugiere que los tipos de grasa que se consumen pueden tener un impacto sobre la MS. En ese informe, las personas con MS que ingerían alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados tuvieron menos riesgo de morir de la enfermedad, en comparación con los que consumían más grasas saturadas. En otro estudio, los investigadores encontraron que las personas que comían más pescado tenían menos riesgo de presentar MS, mientras que los que consumían más cerdo, hot dogs y otros alimentos ricos en grasas animales (saturadas) estaban en más riesgo. A pesar de que la investigación encontró una mejoría con una dieta baja en grasas animales en algunas personas con MS, la relación entre los alimentos con grasas animales y el riesgo de padecer MS puede no deberse necesariamente a la grasa en sí misma. Las pruebas preliminares de un estudio revelaron una relación entre consumir productos lácteos (leche de vaca, mantequilla y helado) y la prevalencia de MS; en el mismo estudio no se encontró relación entre el queso (alto en grasa) y la MS.
Dieta Swank: Durante muchos años, el principal investigador que ha relacionado la grasa de la dieta con el riesgo de MS y la progresión de la misma ha sido el doctor Roy Swank. En uno de los estudios del doctor Swank se recomendó una dieta baja en grasa a 150 personas con MS. Se redujeron o eliminaron las grasas hidrogenadas, la mantequilla de cacahuate y las grasas animales (incluyendo la de los productos lácteos) drásticamente y se añadieron 5 gramos diarios de aceite de hígado de bacalao y de ácido linoleico derivado de aceites vegetales. Después de 34 años, el 31% de los individuos que consumían un promedio de 17 gramos de grasas saturadas al día habían muerto, en comparación con el 79% de quienes consumieron un promedio de 25 gramos de grasas saturadas al día. Las personas que comenzaron a seguir la dieta baja en grasas en el principio de la enfermedad reaccionaron mejor que quienes cambiaron sus hábitos alimenticios después de que la enfermedad ya había progresado.
Gluten: Algunas personas con MS evitan el gluten (una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, el centeno y la cebada) con la esperanza de disminuir los síntomas, porque un estudio preliminar encontró que el consumo de granos (pan y pasta) estaba relacionado con el desarrollo de la MS. Sin embargo, otro estudio encontró una asociación entre comer cereales y pan y un menor riesgo de padecer MS. Otros investigadores han encontrado que la sensibilidad al gluten no es más común entre los individuos que tienen MS que entre las personas sanas. Por tanto, la idea de que evitar el gluten puede ayudar a los pacientes con MS sigue siendo mera especulación.
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