El aceite de pescado contiene ácido eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA); ambos son ácidos grasos omega-3.
En la mayoría de los estudios con aceite de pescado se administró a personas con diferentes estados de salud al menos 3 gramos de la mezcla de EPA más DHA; para lograr esta cantidad, se pueden necesitar hasta 10 gramos de aceite de pescado, ya que generalmente sólo contiene 18% de EPA y 12% de DHA. No se ha determinado una cantidad ideal más baja para las personas sanas.
Los beneficios para la salud observados en pacientes con enfermedad de Crohn se obtuvieron con una preparación especial con recubrimiento entérico de EPA y DHA purificados de aceite de pescado. Se ha descrito que la preparación de ácidos grasos purificados con recubrimiento entérico no produce los síntomas gastrointestinales que suelen producirse cuando se toman los suplementos de aceite de pescado normal, lo que sugiere un beneficio único.
En un estudio, la cantidad máxima de aceite de pescado tolerada por las personas con pérdida de peso relacionada con el cáncer fue de aproximadamente 21 gramos al día. Sin embargo, en las personas que no padecen cáncer, la cantidad máxima tolerada puede ser distinta.
El EPA y el DHA se encuentran en la macarela, el salmón, el arenque, las sardinas, el pez sable, las anchoas y el atún blanco y la carne de caza. El aceite de hígado de bacalao contiene grandes cantidades de EPA y DHA. Los suplementos de aceite de pescado contienen normalmente 18% de EPA y 12% de DHA, aunque es posible encontrar suplementos más purificados (es decir, con un mayor contenido de EPA y DHA). Además, el DHA está disponible en un suplemento que no contiene cantidades importantes de EPA.
El aceite de pescado natural (es decir, con un máximo de 38–40% de ácidos grasos omega-3) es preferible al aceite de pescado modificado químicamente para aumentar el contenido de EPA. Este proceso puede reducir la estabilidad y la pureza del producto.
El aceite de hígado de bacalao también contiene cantidades importantes de EPA y DHA, aunque un poco menos que otros suplementos de aceite de pescado. Debido a que el aceite de hígado de bacalao también contiene vitaminas A y D, que pueden ser tóxicas en grandes cantidades, el consumo de más de una cucharada al día de aceite de hígado de bacalao (o menos, en el caso de los niños) sólo debe hacerse bajo la supervisión de un profesional de la salud.
Algunas personas pueden presentar aumentos de los niveles de azúcar y colesterol en sangre con el consumo de aceite de pescado. El aumento de los niveles de azúcar en sangre parece estar relacionado, en parte, con la frescura y la cantidad de aceite de pescado usado. En algunos estudios, el uso de suplementos de aceite de pescado aumentó los niveles de colesterol LDL (“malo”) en algunos estudios. Aunque las personas con enfermedad cardiaca y diabetes suelen obtener beneficios con el aceite de pescado, ambos grupos deben consultar a su médico antes de tomar más de 3 ó 4 gramos de aceite de pescado al día durante varios meses.
El EPA y el DHA reducen la coagulación de la sangre; por lo tanto, a las personas que los toman a veces les sangra la nariz. En algunas poblaciones, el consumo de grandes cantidades de ácidos grasos omega-3 se ha asociado con un mayor riesgo de un tipo de apoplejía.
Como el aceite de hígado de bacalao contiene grandes cantidades de vitamina A y vitamina D, las mujeres que están embarazadas o desean embarazarse deben consultar a un médico antes de tomarlo. Otros adultos también deben consultar a un médico antes de tomar aceite de hígado de bacalao (u otros suplementos) que contengan un total de más de 25,000 UI (7,500 µg) de vitamina A al día (15,000 UI al día en el caso de las personas mayores de 65 años) u 800 UI de vitamina D al día.
El oxígeno estropea fácilmente el aceite de pescado; por este motivo, se deben incluir algunos miligramos o UI de vitamina E en todos los suplementos de aceite de pescado. Además, las personas que toman aceite de pescado deben tomar también suplementos adicionales de vitamina E (varios cientos de UI) para proteger al EPA y al DHA de los daños por la oxidación en el organismo.
Algunas personas que toman varios gramos de aceite de pescado pueden experimentar perturbaciones gastrointestinales y repetir con un olor a “pescado”. Estos pueden ser efectos secundarios de la oxidación (enranciamiento) del aceite de pescado. El uso de aceite fresco estabilizado con vitamina E adicional puede reducir estos efectos secundarios.
Muchos aceites de pescado contienen cantidades inaceptables de contaminantes medioambientales (como restos de pesticidas, metales pesados, etc.). A algunos aceites de pescado disponibles se les han quitado estos compuestos potencialmente tóxicos.
Se ha descrito una disminución de los niveles de colesterol LDL en las personas que toman aceite de pescado con EPA y DHA, y además 15 gramos de pectina al día. Esto sugiere que la pectina podría contrarrestar el problema ocasional de aumento del colesterol LDL con los suplementos de aceite de pescado. El aumento del colesterol LDL producido por el EPA y el DHA también se puede evitar con éxito tomando suplementos de ajo (o, probablemente también, añadiendo ajo a la dieta) junto con el EPA y el DHA.
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